HHMM: Radicalización o moderación

El periodista Ricard González, colaborador habitual del diario El País, escribe en su blog Mosaic Oriental esta reflexión sobre la posible evolución de los islamismo en Oriente Medio: "Radicalizarse o moderarse: el dilema del islamismo regional"

"Un golpe de Estado militar siempre deja profundas cicatrices psicológicas en una sociedad, sobre todo si va acompañado de un estallido violento. Por su dimensión demográfica e importancia geostratégica, en Egipto, los terremotos políticos en Egipto no afectan solo a sus habitantes, sino que hacen temblar el entero orden político regional. Y más aún ahora con la región en plena convulsión tras la llamada Primavera Árabe. La experiencia egipcia puede marcar especialmente la evolución del islamismo político, y enfrascado en una batalla ideológica entre moderados y radicales, a la vez que algunos de sus movimientos cargan con la responsabilidad de gestionar sus países.
 
Después de décadas de represión y exilio, y de asumir una ética resistencialista, la caída o liberalización de varias dictaduras árabes ofrecieron al islamismo político una oportunidad de oro para pasar de la oposición al gobierno de sus países. En cuestión de meses, Egipto, Túnez y Marruecos pasaron a contar con dirigentes de partidos islamistas. Mientras, en otros países, como Jordania o Libia, los islamistas se frotaban las manos a la espera de un ascenso considerado imparable.
 
Para muchos de ellos, un país vecino aunque no árabe, la Turquía de Recep Tayip Erdogan, marcaba la senda a seguir. Todo parecía indicar que, después de unos años de efervescencia yihadista al rebufo de la guerra de Irak, los sectores moderados que apostaban por las urnas como medio de alcanzar el poder. “La Primavera Árabe ha sido como una daga clavada en el corazón de Al Qaeda. Las masas en Egipto, pacíficamente y en sólo 18 días, consiguieron mucho más que Bin Laden en una década sangrienta”, explicaba a El PAIS Bruce Riedel, especialista en islamismo del think tank Brookings Institution.
 
Aunque tardío, el apoyo de Occidente a la democratización de la región alejaba el fantasma de Algeria, donde un golpe militar contra un gobierno islamista recién elegido democráticamente encontró el beneplácito de Washington y la UE. Se abrió entonces una brutal guerra civil que dejaría tras de sí un auténtico reguero de sangre: más 200.000 víctimas. El putsch de los militares egipcios puede retrotraer al islamismo mayoritario a su mentalidad victimista, y alterar el equilibrio de fuerzas en favor de los grupos radicales. Todo dependerá de la lectura que hagan sobre las causas del ocaso de Mursi. ¿Se debió a sus propios errores o a la alergia occidental al islamismo?
 
En Túnez, algunos líderes de Ennahda se han decantado por la primera opción. En una velada crítica a sus correligionarios egipcios, el primer ministro, Ali Laarayedh, declaró en una entrevista a la televisión del país que “un escenario como el de Egipto” es poco probable en Túnez porque “nuestra labor se caracteriza por el consenso y la cooperación”. Es decir, que los Hermanos Musulmanes tensaron demasiado la cuerda al intentar acaparar todos los resortes del poder.
 
Como era de esperar, los líderes de la Hermandad en Egipto han optado más bien por el relato opuesto. “El ejército egipcio ha actuado a instancias de Occidente. El mensaje es claro: no quieren que triunfe un gobierno islamista en un país tan importante como Egipto”, sostiene Hamza Zawba, un dirigente del Partido de la Libertad y la Justicia, el brazo político de la cofradía. En el fragor de la batalla, y ante la necesidad de movilizar a sus bases para arrancar concesiones al ejército, su actitud no resulta sorprendente. Sin embargo, es posible que, al menos de puertas hacia dentro, en algún momento se hará una autocrítica. Y es que hace demasiadas décadas que el movimiento apostó por las urnas como para desandar el camino, sobre todo cuando ha demostrado poseer la maquinaria electoral mejor engrasada del país.
 
La caída de Morsi se hará sentir de forma más inmediata sobre todo en dos escenarios: Siria y Palestina. “Lo que ha pasado es una pesadilla para Hamás … el nuevo gobierno no tendrá buenas relaciones con ellos”, explica el catedrático palestino Mujaimer Abu Saasa en el diario Al Ahram, haciendo referencia a las buenas relaciones políticas y vínculo orgánico entre los Hermanos Musulmanes y la milicia palestina.
 
La alegría que expresaron la noche del miércoles los activistas de Tahrir es parecida a la que debió sentir Bashar al-Assad. Apenas unas horas después del golpe, el presidente sirio ya se había felicitado en una entrevista televisiva por la “caída del islamismo”. “Quien usa la religión por intereses políticos o partidistas caerá en cualquier parte del mundo”, pronosticó. El rais ha basado su estrategia para sobrevivir a la Primavera Árabe en presentar el conflicto sirio como una lucha contra el yihadismo, en lugar de una revolución popular contra su dictadura. Por eso, considera que todo debilitamiento del islamismo gobernante en favor del yihadismo supone una bendición para él. El Egipto de Morsi nunca aportó a los rebeldes otro apoyo que el moral".

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