Mujeres y sociedad civil en Iraq

Acaba de aparecer el número 13 de la Revista de Estudios Internacionales Mediterráneos (REIM) que incluye un monográfico sobre "Sociedad civil en el mundo árabe" bajo mi coordinación. Esta semana iré incluyendo algunos de sus artículos, vinculándolos a temas de actualidad. Ayer el presidente iraquí Nuri al-Maliki fue entrevistado por Al-Jazeera, donde lanzó duras amenazas contra los manifestantes que cada viernes salen a las calles de varias ciudades sunníes para protestar contra la corrupción del gobierno y contra la discriminación de la que son objeto por parte de las autoridades chiíes. Entre otras cosas, Maliki consideró que las manifestaciones iban contra la unidad nacional y lanzaban eslóganes erróneos y amenazó con reprimirlas por medio de la fuerza. El primero de los artículos lo firma Nadia Hindi y está dedicado a "Las limitaciones de la sociedad civil en el nuevo Iraq: el caso de la Organización de la Libertad de las Mujeres".

"En 2003, la reconstrucción, o más bien la destrucción de las instituciones del estado para la transformación en profundidad de la economía y las instituciones iraquíes, prevaleció sobre la idea de cambio de régimen y de una presencia estadounidense limitada. En cambio se optó por el plan de democratización y creación de un régimen amigo de las políticas geoestratégicas y neoliberales de EEUU.

A raíz de estos conocidos acontecimientos son diversos los problemas enfrentados por la diezmada población civil tras trece años de sanciones económicas y, en especial, las mujeres: el fracaso de la reconstrucción de las infraestructuras básicas del país como le electricidad y el saneamiento del agua, la corrupción y mala gestión de los billones invertidos en la reconstrucción, el dramático impacto de la violencia de la guerra y el enfrentamiento sectario que produjo 1.800.000 muertes civiles, 5.000.000 desplazados internos y externos, 1.500.00 viudas (10% de la población femenina) y 5.000.000 huérfanos. A esto le acompaña, además, la aceleración de un proceso político bajo un calendario muy estrecho que da a luz una constitución permanente muy cuestionada e instaura en el poder a los partidos opositores del anterior régimen en función de unas cuotas étnico-sectarias, a través de las cuales asciende también el conservadurismo religioso de los partidos islamistas en el gobierno.

Las consecuencias directas sobre la vida de las mujeres son diversas, tal como nos revelan numerosos informes sobre los derechos humanos en Iraq. Paradójicamente, la retorica orientalista de EEUU que representa a las mujeres iraquíes como víctimas pasivas que hay que salvar de la crueldad del sistema masculino en el que viven con el fin de justificar su intervención democratizadora, corresponde en realidad a la creación del peor escenario en el que se han encontrado las mujeres en la historia moderna de Iraq. Al margen de lo que padece la población en general, las mujeres han estado presas de la violencia política y de género desde diversos frentes como las tropas de la coalición liderada por EEUU, las milicias y los agentes del gobierno y han llevado la pesada carga de sostener a sus familias en condiciones económicas y falta de seguridad humana graves, además de ser testigo de la perdidas de derechos y libertades a lo largo del proceso político como los concernientes al estatuto personal que regula el matrimonio, el divorcio, la custodia, etc.

Las organizaciones nacionales encabezadas por el Estado durante la era del Baaz, como los sindicatos y la FGMI, desaparecieron en 2003 debido a las políticas de "desbaazificación" que afectaron a todo el sector público del país. En 2004 se presentaron al Ministerio de Planificación 2.000 expedientes de organizaciones no gubernamentales (ONG) locales de muy diversa índole llegando a 8.200 organizaciones en 2010, entre las cuales 200 son de mujeres.
Como es común en otros lugares del mundo, los países o agencias de donantes ven en las ONG locales el medio ideal para implementar sus programas de reconstrucción sobre el terreno. En una muestra de la percepción orientalista de la administración estadounidense de la sociedad iraquí, el General Paul Bremer escribió en su libro 'My years in Iraq', que en 2004 dedicó gran parte de un presupuesto estadounidense-iraquí de 750 millones de dólares a "construir organizaciones e instituciones que formen lo que en Occidente llamamos sociedad civil". De hecho, EEUU fue el país que más dinero invirtió en la reconstrucción de Iraq, además de Reino Unido y otras agencias internacionales, a través de la propia Autoridad Provisional de la Coalición (APC), que gobernó Iraq de forma directa entre abril de 2003 y junio de 2004, y de las agencias de desarrollo y política exterior como USAID (United States Agency for International Development), United States Institute for Pace, además del International Republican Institute y el National Democratic Institute vinculadas a los dos principales partidos políticos de EEUU.

Las políticas hacía la sociedad civil y la gestión de los recursos de financiación y el propio funcionamiento de algunas ONG presentaron numerosos problemas y limitaciones que afectaban a su capacidad efectiva sobre el terreno, su autonomía y su sostenibilidad. La dependencia de la financiación fue un factor determinante en la creación de ONG, ya que la destrucción sistemática de las instituciones y el abandono de la industria nacional a favor de políticas de privatización e inversión extranjera produjeron un precario panorama laboral que hizo que la creación de ONG se percibiera como uno de los medios de acceso al trabajo y promoción profesional, al igual que el acceso a la política y a las redes clientelares. Según un estudio realizado por Searching for Peace in Iraq muchos iraquíes vinculados a la sociedad civil consideran que, con la excepción de unas pocas ONG, la mayoría de las ONG son utilizadas como modo de lucro o de promoción profesional y que, por otra parte, la agenda de muchas ONG están determinadas por la agencia de financiación y no por las necesidades reales de la población, lo que es percibido por muchos como un vehículo de intervención exterior. De hecho, tal como señalan investigadoras y activistas, uno de los aspectos más problemáticos es que la administración estadounidense busca moldear las organizaciones de la sociedad civil en vista a sus objetivos de política exterior[, que veremos con mayor detalle. Estas dos visiones son comunes en diversas partes del mundo, al igual que en Oriente Medio y el Norte de África, dando lugar a varios estudios sobre la ‘NGOización’ de la sociedad civil, lo que equivale a la despolitización y profesionalización de las organizaciones además de una implementación indirecta de las políticas neoliberales y de expansión del mercado [...]".

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