La versión de Faruq al-Sharaa

El diario libanés Al Akhbar entrevistó ayer al vicepresidente sirio Faruq al-Sharaa, cuyo nombre viene sonando desde hace meses a la cabeza de un gobierno de transición. La entrevista depara no pocas sorpresas, entre ellas el reconocimiento de los errores del régimen y su incapacidad para poner fin a la revuelta por medios militares, así como su llamamiento al diálogo con la oposición. Quizás lo más sorprendente es que el propio Ibrahim al-Amin, quien le entrevista en tono laudatorio, relata que al-Sharaa vive rodeado de grandes medidas de seguridad, probablemente para que no deserte (como ya han hecho otros destacados dirigentes del régimen). Loles Oliván ha traducido el texto del inglés para Rebelión.

Todo esto debería haber exigido un análisis de los mecanismos y un intento de solución entre los sirios. El diálogo que adoptamos en julio de 2011 pretendía que la crisis política se resolviera desde el principio entre los sirios”, añade. “Pero las cosas no fueron en esa dirección”, explica Sharaa. “La crisis se arabizó. Siria, miembro fundador de la Liga de los Estados Árabes, vio su afiliación suspendida por la organización sin justificación ni pretexto que pudiera convencer a los ciudadanos sirios”. Tanto la Liga Árabe como el Estado [sirio] cometieron tantos errores, que lo que ocurrió no se puede olvidar ni pasar por alto”, conjetura.

Pero ¿dónde está la responsabilidad del Estado sirio en la investigación de las causas de que esta crisis haya alcanzado este nivel, sobre todo en cuanto a la militarización de las protestas? ¿No se han creado comisiones de investigación a este efecto?

Ninguna comisión de investigación creíble se creó a principios de la crisis. Si es que se estableció alguna, los resultados no se hicieron públicos, lo que permitió la propagación de rumores que hicieron perder la credibilidad del régimen y su prestigio ante quienes fueron tratados injustamente en el interior y ante los observadores exteriores”, explica (...).

No hay cambio sin socios
“En 1970, se crearon muchas instituciones estatales sobre la base de contradicciones y conflictos del Consejo del Mando Revolucionario en aquel entonces, sobre la base de un pacto acordado (por ejemplo, el FPN, la Asamblea del Pueblo, y las administraciones locales). Estas instituciones comenzaron a deteriorarse y no se renovaron a pesar de los múltiples intentos para reestructurarlas desde que el presidente Bashar al-Assad asumiera la dirección en el año 2000”, explica Sharaa.

“Estas instituciones comenzaron a funcionar entonces basadas en su propia inercia. Ello podría ser parcialmente aceptable en tiempos de estabilidad y décadas de seguridad. Pero, ¿cómo ha podido ocurrir durante las graves crisis con la consiguiente destrucción de infraestructuras y viviendas, falta de electricidad, paralización de los hospitales en muchas ciudades y pueblos, y el creciente desplazamiento interna y externo?”, se pregunta. “Por no hablar de la detención de miles de personas que no se llevan ante los tribunales, como si todavía estuviéramos bajo la ley marcial”.

La oposición, con sus diferentes facciones, civiles, armadas, o los que tienen vínculos externos, no puede afirmar que es el único representante legítimo del pueblo sirio, al igual que el actual gobierno con su ejército ideológico y sus partidos en confrontación liderados por el Baas, con sus años de experiencia y de arraigada burocracia, no puede lograr el cambio y el progreso solo, sin nuevos socios que puedan contribuir a mantener el tejido de la patria, la integridad de su territorio y su soberanía regional. La pérdida de confianza entre esas dos partes y, por tanto, la imposibilidad de reunirse para entablar un diálogo directo, llevará a la destrucción continua y al desmantelamiento, lo que únicamente beneficiará a la ocupación israelí en esta etapa”, declara con seguridad.

Sharaa cree que “la estructura política, económica y social del país está cambiando día a día y ante de nuestros ojos. Lo que está sucediendo en Siria es homólogo a lo que ocurrió en la década de 1990 en los países de Europa del Este. También debemos señalar que los países que no llegaron a entrar en enfrentamientos civiles o en guerras destructivas durante la transformación de las estructuras de sus regímenes, se enfrentaron, no obstante, a crisis económicas asfixiantes”.
Discusiones del liderazgo

¿El liderazgo tiene opinión propia o simplemente obedece órdenes? El presidente, por ejemplo, ¿escucha las opiniones que difieren de su diagnóstico?
“Por supuesto, la dirección política tiene opiniones y puntos de vista. Pero el problema no está en que se pueda hablar de diferentes corrientes o divisiones profundas”, responde Sharaa. “Cuando me hice cargo del expediente del diálogo en tanto que vicepresidente, en julio de 2011, estuve de acuerdo con esa designación basándome en mi convicción y en la de todos los demás [miembros] de la comisión de diálogo nacional de que se trataba de un paso real y no sólo un movimiento táctico”. No niego que alguno de nosotros no actuara como si [el diálogo] no fuera necesario ni que susurrara esto al liderazgo. Así que se distanció con el pretexto de que la oposición interna y externa lo veía como una pantomima del régimen. Al final, ello acabó con el diálogo político y abrió las puertas al diálogo de las balas y de las armas. Hoy, Siria es testigo de una aguda crisis económica y de subsistencia, además del conflicto político y militar (...)”.

“Cuando decimos que rechazamos cualquier intervención externa nos basamos en el hecho de que entre la gente no había consenso para involucrar a nuestro ejército nacional en la crisis, en primer término. Así que ¿alguien tiene la ilusión de que este pueblo vaya a aceptar ejércitos extranjeros en suelo sirio? Eso nunca sucederá y habrá resistencia. La preeminencia y la unidad del ejército sirio son indispensables en cualquiera de las soluciones y debates políticos propuestos”.

Pero ¿la crisis se conecta exclusivamente con consideraciones políticas?
“En cualquier evaluación, no podemos ignorar los componentes locales vinculados con la situación económica y las políticas ejecutadas al menos en los últimos años. Tampoco podemos pasar por alto la necesidad real de un cambio significativo en todo el aparato del Estado y en sus instituciones. El cambio real es aquel que se basa en la solución de los acuciantes problemas, en las prioridades necesarias. Tal vez en el pasado no escuchamos con mucha atención o no tuvimos en cuenta las observaciones sobre la necesidad de un cambio rápido. Pero aprendemos de nuestra experiencia y de la de los otros. Hoy en día, entendemos que el cambio es inevitable. Si el régimen no toma la iniciativa para lograrlo con los demás, se producirá mediante dictados unilaterales de ellos”.

Una solución siria
¿Cómo percibe la solución?
“Toda lógica basada en la premisa de rechazar el diálogo indica el deseo de que los sirios no alcancen una solución propia. Por lo tanto, cualquier acuerdo, ya sea a partir de conversaciones o acuerdos producidos en capitales árabes, regionales o extranjeras, no puede existir sin un sólido fundamento en Siria. La solución tiene que ser siria, pero a través de un acuerdo histórico, que incluiría a los principales países regionales, y a los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Este acuerdo debe incluir detener todas las formas de violencia, y la creación de un gobierno de unidad nacional con amplios poderes. Ello debe ir acompañado de la resolución de expedientes delicados relacionados con la vida de la gente y con sus legítimas reivindicaciones”.

“El problema se hace más grande y más profundo cuando algunos comienzan a pensar que la victoria y la derrota son posibles. Las fuerzas de la oposición en su conjunto no pueden decidir la batalla de derrocar al régimen militarmente a menos que su objetivo sea llevar el país al caos y a un círculo interminable de violencia. Mientras tanto, yo no veo que lo que las fuerzas de seguridad y las unidades del ejército están haciendo no llegue a un final concluyente, sobre todo porque entendemos, sin ilusiones, la amenaza de la actual campaña para destruir Siria, su historia, su civilización, y su pueblo. Los contactos y visitas de Brahimi así como la iniciativa de Ginebra, pueden considerarse una base adecuada para esta solución. No exagero cuando afirmo que llegar a un acuerdo histórico para la crisis siria podría allanar el camino para que se produjera una atmósfera internacional de solución de otros problemas importantes, a través de medios políticos y no mediante la confrontación militar”.

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