El horizonte electoral en Líbano

Cada vez es más posible un contagio de la guerra siria a Líbano. El atentado en Beirut contra Wisam al-Hasan, jefe de los servicios de inteligencia de la policía libanesa, así lo demuestra. El primer ministro libanés Nayib Miqati habría presentado su dimisión, pero esta no habría sido aceptada por el presidente. Con este escenario de fondo, la investigadora Amaia Goenaga analiza el nuevo cambio de la ley electoral y los efectos que puede tener en las próximas elecciones legislativas en su artículo "Rumbo a las legislativas de 2013", publicado por el OPENMAN (Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán).

"En los últimos 20 años el país ha tenido 4 leyes electorales distintas para un total de 5 convocatorias electorales (legislativas). No obstante, los puntos que se han modificado en cada caso son en realidad muy pocos. El elemento más cambiante es el tamaño de las circunscripciones electorales que varía en función del statu quo dominante, pues tiene un efecto directo sobre el resultado electoral.  El pasado mes de agosto el gobierno presentó un proyecto de ley más novedoso de lo habitual, con dos cambios fundamentales: Por un lado,  propone un incremento del tamaño de las circunscripciones electorales dividiendo el país en 13 circunscripciones (la ley de 2009 estableció 26 circunscripciones); y por otro lado, propone la adopción de un sistema de elección proporcional, frente al  sistema mayoritario tradicional en Líbano

La oposición no tardó en protestar. En líneas generales la clase política libanesa no plantea la cuestión electoral en términos de representatividad ciudadana, sino en términos sectarios. El sistema proporcional y el mayor tamaño de las circunscripciones dan una mayor representatividad al individuo como tal, disminuye el peso del factor sectario y diluye la influencia las estructuras de poder regionales en favor de los grandes actores nacionales. 
Así, parte de la clase política considera que la propuesta del gobierno daña la representatividad política de las minorías confesionales, favoreciendo a los dos grandes partidos chiíes que lideran el gobierno, Amal y Hezbollah (la chía sería la comunidad mayoritaria del país en términos demográficos). Debemos aclarar  que este debate no se centra en el número de diputados que cada confesión tendría en el parlamento. Esto está estipulado por la constitución y no cambia en ningún caso.

Lo que preocupa es quien elige a esos diputados. Si bien los escaños en el parlamento se distribuyen en función de criterios confesionales, el votante debe votar por tantos escaños como tenga su circunscripción independientemente de su confesión.  En consecuencia, sobre todo en el caso de los cristianos, hay un cierto  número de diputados que son elegidos por ciudadanos de otras confesiones. Algunos líderes consideran que eso daña la representatividad de sus correligionarios y tratan de buscar  formulas que cambien este hecho. Pero lejos de contribuir a la democratización del sistema electoral, estas formulas contribuyen a perpetuar el confesionalismo político y el dominio institucional de las elites políticas tradicionales (...).

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