Yo muero hoy
La periodista Olga Rodríguez acaba de publicar un nuevo libro titulado Yo muero hoy. Las revueltas en el mundo árabe (Debate, 2012), de recomendable lectura para conocer las razones de las movilizaciones populares y su verdadero alcance. En él analiza lo ocurrido en buena parte de los países árabes en este último año y medio. El prólogo arranca de la siguiente manera: "Las revueltas árabes de 2011 no surgieron por generación espontánea, como si de un brote de varicela se trataran. Detrás de ellas hay una historia de lucha por el cambio real a través de activismo clandestino, de la defensa de los derechos humanos, de los movimientos obreros, de las agrupaciones que llevan años trabajando por la justicia social". A continuación algunos extractos de la entrevista que le realizó Santiago Tostes en el Diario de Avisos.
-Ha hablado con muchos de los protagonistas de esta lucha. Si buscara un elemento común a todas esas personas, ¿cuál sería?
“Uno de los lemas más coreados por los jóvenes árabes es Pan,
libertad y justicia social. Pero no son demandas nuevas. Detrás de las
revueltas hay gente que trabaja desde hace años por los derechos
humanos, por la igualdad social, por acabar con la corrupción y la
represión. Oriente Medio fue colonizada y ahora sufre un
neocolonialismo, sigue intervenida económicamente. Ahí confluyen muchos
intereses. Y me parece descabellado cuestionar el carácter genuino de
las revueltas. Los gobiernos y la CIA conspiran, pero los pueblos
también, contra la opresión y la injusticia social”.
-¿Qué momento atraviesan ahora estas revoluciones? ¿Hay riesgo de una marcha atrás?
“Hay casos llamativos, como Yemen, Bahrein, Egipto o Siria, donde, a
pesar de las dificultades, la gente sigue echándose a la calle. En
ellos, en Túnez, en Libia, existen redes sociales muy sólidas, con
capacidad para organizarse en pocas horas y ejercer presión contra los
gobiernos. A la vez, se da un fenómeno sociológico: la gente menor de 35
años ha cambiado el modo de entender sus vidas”.
-¿Cuál es el papel de Occidente en esa búsqueda de libertad?
“Occidente es muy responsable de la situación en Oriente Medio. La
mayor parte de las dictaduras han sido apoyadas por Europa y Estados
Unidos. Mubarak, el dictador egipcio, era uno de los principales aliados
de Washington en la zona, junto con Israel y Arabia Saudí. Ejercía una
represión brutal, donde la cárcel, la tortura, era el destino de
cualquier discrepancia. Y Occidente sigue siendo responsable ahora. El
ejercito, la junta militar que controla Egipto desde que cayó Mubarak,
recibe desde 1981 una ayuda anual por parte de Washington de 1.300
millones de euros. Y éste es el ejercito que en menos de un año ha
atacado a los manifestantes, con más de 100 personas muertas y miles de
heridos. Y es también el ejercito que ha juzgado en tribunales militares
a más de 12.000 civiles. Luego, a nivel económico, los organismos
internacionales presionan para aplicar políticas que sólo benefician a
una élite. Todo está interconectado. Hasta el punto de que, por ejemplo,
el que fuese ministro de economía de Hosni Mubarak era uno de los tres
cargos más importantes del FMI hasta el estallido de las revueltas. Este
hombre se refugió en Londres, pero fue juzgado en Egipto por corrupción
y condenado a 30 años de cárcel”.
-Entre los analistas no hay consenso al evaluar la
importancia que han tenido las redes sociales, Internet, en estas
revueltas. ¿Cuál es su opinión? ¿Hubieran sido posible sin la existencia
de estos nuevos instrumentos de comunicación?
“Sí, sin duda. Estas herramientas han sido importantes, pero no
decisivas. El 27 de enero, dos días después del inicio de las revueltas
en Egipto, el régimen cortó internet y la telefonía móvil. Y entonces la
gente acudió a los métodos tradicionales: a reunirse en las casas o a
llamarse por teléfono fijo. Internet ayuda a romper la censura y el
pensamiento dominante, y los jóvenes árabes han sabido aprovecharlo.
Facilita las cosas e hizo que todo fuese más rápido, pero no fue el
instrumento definitivo”.
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