Más colonias ilegales

En su blog Extramundi, el director del IECAH Jesús Nuñez reflexiona sobre la colonización intensiva de los Territorios Palestinos Ocupados: "Israel se hace trampas al solitario". Y la comunidad internacional, mientras, prefiere mirar hacia otro lado.

"Rehalim, Sansana y Bruhin- ubicados en territorio de Cisjordania- son los nombres de los tres outposts en los que el gobierno de Benjamin Netanyahu acaba de autorizar la construcción de viviendas. De una sola tacada esto supone: a) una flagrante violación del derecho internacional que obliga a todo ocupante a evitar acciones de este tipo, b) una muestra más de la sensación de irrealidad en la que se mueven los gobernantes israelíes (amparados por una inmunidad otorgada por el sólido respaldo estadounidense y la pasividad del resto de países occidentales), y c) una apuesta abierta por arruinar toda posibilidad de negociación con los palestinos.

Desde hace mucho tiempo los sucesivos gobiernos israelíes vienen jugando con el lenguaje (sin por ello confundir más que a los que quieren engañarse a sí mismos). Así, han optado por distinguir entre outposts y asentamientos/colonias, pretendiendo que los segundos son legales por el simple hecho de que cuentan con permisos de las propias autoridades israelíes, mientras que a los segundos solo les falta esa característica para ser igualmente considerados como el resultado obligado de planes urbanísticos que tratan de atender a las necesidades de crecimiento de su población (cuando resulta que no menos del 20% de las viviendas ya construidas en esos asentamientos están simplemente vacías). No caben contemplaciones en este terreno: los más de cuatrocientos núcleos de población ubicados en Cisjordania (sin distinción alguna entre colonias y outposts desde la perspectiva del derecho internacional que regula las situaciones de ocupación), habitados por casi 500.000 israelíes, son ilegales. Y no basta con la emisión de ningún permiso administrativo israelí para cambiar su carácter de realidad impuesta a la sombra de una superioridad militar que desprecia la ley.
En todo caso, es no solo una lástima que no lo entiendan así los responsables políticos israelíes, sino que tampoco lo quiera entender la práctica totalidad de la comunidad internacional. Un ejemplo bien claro de ello lo tenemos en el hecho de que la Unión Europea no aplique las cláusulas de su Acuerdo de Asociación con Israel para impedir que los productos fabricados en dichos asentamientos se aprovechen de las ventajas que los Veintisiete conceden en el terreno comercial a Israel desde 1995. No es, obviamente, ignorancia, sino mero cálculo de intereses e inoperancia política lo que explica este comportamieno.

Netanyahu y su gabinete ministerial saben sobradamente que esta nueva violación no tendrá consecuencia alguna desde el exterior. Eso le permite concentrarse en la política doméstica, entendiendo que gestos como este le permiten reforzar su perfil de “hombre fuerte” y atraer al poderoso movimiento de los colonos para futuras convocatorias electorales.

Con medidas como está- acompañada de una estrategia de fuerza que no cesa de crear más obstáculos para la paz- los gobernantes israelíes (y la opinión pública que los siguen) se están haciendo trampas en el solitario, porque no es solo que estén haciendo inviable la posibilidad de que algún día exista un Estado palestino viable en la zona, sino que están impidiendo que el propio Israel pueda vivir algún día en paz con sus vecinos. Se condena, en definitiva, a una eterna violencia que contraviene sus propios fundamentos éticos y morales y que no logrará nunca imponerse a quienes siguen soñando con lo mismo que la históricamente castigada población judía israelí: tener un Estado propio".

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