Siria: la ecuación maldita

José María Ridao publica, en el diario El País, el artículo "Siria, la ecuación maldita". Reproduzco sus ters últimos párrafos, aquellos relacionados con el papel de Rusia y China.

" [...] Hasta ahora Rusia y China podrían estar reproduciendo en Siria el error que otras potencias cometieron en Túnez y en Egipto, y también en Libia. La reciente declaración de la presidencia del Consejo de Seguridad respaldando la mediación del exsecretario general Kofi Annan, que Rusia y China no vetaron, podría ser un paso positivo, a reserva de lo que suceda en la reunión que celebrará Naciones Unidas el próximo miércoles y de la declaración que se apruebe, si es que finalmente se aprueba alguna. Rusia y China no vetaron la declaración de respaldo a Kofi Annan porque, en el fondo, la mediación que está llevando a cabo parte del sobrentendido de que, según sostienen El Asad y su régimen, Siria se encuentra inmersa en una guerra civil y de que, por tanto, se trata de un conflicto entre dos fuerzas contendientes. Las habría siempre y cuando se hiciera abstracción de la disparidad entre las tropas gubernamentales y las del Ejército Libre, y siempre y cuando, además, se olvidase que las primeras atacaron durante mucho tiempo a manifestantes pacíficos y que, desde hace semanas, combaten a las segundas bombardeando barrios enteros donde malviven familias aterradas.

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha deslizado las primeras críticas al régimen sirio, asegurando que ha cometido “muchos errores” desde el comienzo de la crisis y que “siempre actúa tarde”. También sería un paso positivo si el corolario que se desprende de esas críticas no es, simplemente, que El Asad y su régimen deben rectificar y que es preferible que lo hagan tarde a que no lo hagan nunca. Porque, de ser ese el corolario, lo que se estaría dando a entender es que El Asad y su régimen tienen legitimidad para continuar a condición de abrir un diálogo con los opositores o de realizar algunas reformas políticas. El apoyo ruso al papel de Kofi Annan, siempre y cuando se confirmara el supuesto, y existen indicios que invitarían a darlo por confirmado, se limitaría a la canalización de ese diálogo o de esas reformas. Solo que, tras haber masacrado a miles de hombres, mujeres y niños desde el inicio de las revueltas, El Asad y su régimen carecen de cualquier legitimidad para continuar en el poder. Confiar la salida de la crisis a un hipotético diálogo con los opositores y a unas no menos hipotéticas reformas políticas equivale a intentar, a través de Kofi Annan, lo que ya se intentó a través de la Liga Árabe, y que concluyó en fracaso.

La suerte de Siria ha terminado por depender en gran medida de lo que decida Rusia, y también, pese a su discreta permanencia en segundo plano, de lo que decida China. Si ambas potencias avalan el intento de disfrazar como enfrentamiento bélico, como guerra civil, las cada vez más pavorosas matanzas de civiles que están perpetrando El Asad y su régimen, entonces la parálisis de la comunidad internacional corre el riesgo de enquistarse, por denodados que sean los esfuerzos de una casi imposible mediación y con independencia de la personalidad o el organismo que la protagonice. Una mediación siempre podrá ganar tiempo, que no es un logro despreciable cuando lo que está en juego son decenas, centenares de vidas humanas. Pero la ecuación maldita en la que se han precipitado El Asad y su régimen seguirá sin resolverse. Cuanto más se aferran al poder combatiendo como si fueran una guerra civil las protestas de los sirios, más se deslegitiman. Cuanto más se deslegitiman, más se aferran al poder combatiendo las protestas de los sirios como si fueran una guerra civil. Naciones Unidas ha cifrado en 8.000 las víctimas de esta ecuación, demasiadas como para depositar excesivas esperanzas en que alguien pueda sentar en una misma mesa, y con expectativas de éxito, a quienes las han provocado y a quienes las han padecido".

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