Revoluciones árabes y cambios de paradigmas

El Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ) acaba de publicar su anuario "El mundo a la deriva: crisis y pugna de poder", coordinado por su directora Manuela Mesa, que puede descargarse gratuitamente en versión pdf.
Mi contribución lleva el título "Las revoluciones árabes: hacia un cambio de paradigma" (páginas 105-119). A continuación recojo algunos de sus extractos:
"Sin duda una de las principales lecciones de las revoluciones árabes es el cuestionamiento del paradigma de la excepción islámica, según el cual Islam y democracia son irreconciliables. Igualmente importante es que las revoluciones hayan sido esencialmente movimientos no violentos, lo que nos obliga a destacar el valor de la resistencia civil como medio para poner fin a los sistemas autoritarios y asentar la democracia.

En las últimas décadas se ha venido insistiendo en que el mundo árabe islámico no puede desarrollar una sociedad civil debido a la impermeabilidad de dichas sociedades a los procesos de secularización, condición ineludible para la existencia de un pluralismo intelectual y político (Gellner, 1996). Otra razón que explicaría esta supuesta excepción islámica sería la imposibilidad de separar poder espiritual y poder terrenal (Lewis, 1996). Esta lectura culturalista y determinista no coincide, sin embargo, con la situación sobre el terreno y con la eclosión de organizaciones, asociaciones y movimientos de diversa índole registrada en el conjunto del mundo árabe.

La sociedad civil no ha dejado de crecer durante las tres últimas décadas, lo que cuestiona que el Islam sea incompatible con el desarrollo de una sociedad civil autóctona. Desde 1980 hemos asistido a la proliferación de organizaciones privadas sin ánimo de lucro, asociaciones de defensa de los derechos humanos y de desarrollo comunitario, fundaciones científicas o caritativas, organizaciones femeninas, sindicatos profesionales, círculos de licenciados universitarios y, sobre todo, ONG, cuyo número se estima hoy en cerca de 125.000 en el conjunto de los países árabes cuando en 1960 no alcanzaban las 10.000. Posiblemente la suerte de las revoluciones populares hubiera sido diferente de no existir este caldo de cultivo.

De hecho no hay nada en las sociedades islámicas que las haga incompatibles con la democracia, los derechos humanos, la justicia social o la gestión pacífica de los conflictos, como pretenden quienes defienden la existencia de una excepción islámica. Asef Bayat, profesor de la Universidad de Leiden, denuncia a quienes plantean una lectura literalista de los textos sagrados islámicos, ya sea desde una óptica orientalista o desde un prisma religioso ultraortodoxo, y consideran que conceptos como el de ciudadanía, libertad y tolerancia no tienen cabida en el mundo árabe. En su opinión, “no hay nada intrínseco en el Islam, o en cualquier otra religión, que la haga inherentemente democrática o no democrática, pacífica o violenta” (Bayat, 2011: 43).

Uno de los hechos más relevantes de las revoluciones populares árabes es que, desde un primer momento, los manifestantes han apostado por la no violencia y no se han replanteado su posición a pesar de la fuerte represión de la que han sido objeto. La idea de que la resistencia civil y el activismo no violento podrían contribuir a asentar la democracia y el buen gobierno en el caso de darse las condiciones adecuadas, tal y como ahora parece ocurrir, ha ido calando en las sociedades árabes en el curso de las últimas décadas y, de manera especial, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001...

Además del carácter no violento de las revueltas debe destacarse la importancia que han tenido las nuevas tecnologías a la hora de movilizar a las poblaciones árabes hasta el punto de que es pertinente hablar de ciberrevueltas. Facebook y Twitter han tenido un peso esencial al convocar las manifestaciones y reclutar a nuevos activistas. Como advirtiera Habib Battah, “el reciente desarrollo de productos relacionados con Internet, telefonía móvil y nuevas tecnologías está proporcionando un nuevo espacio donde las opiniones políticas y los comentarios de la gente no se encuentran sujetos al estrecho control del Estado” (Battah, 2008: 87). Dichas tecnologías han permitido sortear la censura y una cierta libertad de expresión a la hora de abrir debates públicos sobre ciertos tabúes políticos, en particular a través de los blogs.

Como señalan North y Rockwell, “las fuerzas de la oposición ahora están conectadas, no organizadas. Esto no había ocurrido antes en la historia. Las masas pueden comunicarse con gente similar tras pagar un ordenador y una conexión a internet” (North y Rockwell: 2011). No obstante, la penetración de internet es todavía limitada en el mundo árabe (un 21 % según Internet World Stats) por lo que no debe infravalorarse el papel jugado por Al-Yazira, que es el medio predilecto de los árabes para acceder a una información veraz. Las cadenas por satélite y, ahora, las redes sociales han sido capaces de romper el monopolio estatal sobre la información".

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