Revolución bajo ocupación en Iraq

La página de Iraq Solidaridad publica este artículo de Zainab Saleh, investigador del Centro de Estudios de Oriente Próximo en la Universidad de Berkeley, titulado "Revolución bajo ocupación: el levantamiento popular iraquí de 2011". Indispensable para conocer más de la invisible revuelta popular iraquí.

"En su cobertura de las protestas en Iraq, la revista The Economist publicó un artículo titulado “Ni siquiera una democracia resulta inmune”. El artículo describe Iraq como un país que disfruta de un gobierno electo, pero que a pesar de ello las manifestaciones se generalizan por la incapacidad del gobierno para proveer los servicios básicos. Este artículo no es más que el reflejo de cómo se cubre la información sobre la situación iraquí en los periódicos generalistas. Cuando los medios de comunicación cubren las manifestaciones en Iraq éstas solo se muestran como reivindicaciones contra la incapacidad del gobierno para proveer electricidad, seguridad y servicios a la ciudadanía. Esta imagen deforma la verdad esencial de lo que está ocurriendo en Iraq y sus protestas. Las exigencias imperativas de los iraquíes son la retirada inmediata de las tropas estadounidenses de ocupación de Iraq y que caiga el régimen basado en cuotas sectarias.

El discurso de The Economist defendiendo la existencia de democracia en Iraq es coherente con la cobertura informativa que realiza esa revista sobre Oriente Próximo, la cual refleja el discurso predominante de instaurar la democracia que defendieron y defienden los gobiernos estadounidenses como argumento para la invasión y su permanencia en Iraq. También según The Economist, desde 2003 Iraq tiene democracia y, es más, es un caso excepcional en la región, pues las manifestaciones y protestas de los iraquíes ¡son una expresión de esta democracia!

El discurso de la democracia omite la existencia de tropas ocupantes extranjeras en Iraq durante los últimos ocho años, con todo lo que ello ha supuesto de número de muertes y terrorismo contra civiles, además del latrocinio y el saqueo del país. Por todo esto, la situación de Iraq es distinta a la del resto de la zona. Iraq es un país ocupado desde hace ocho años, años precedidos de décadas de dictadura, guerras y un embargo impuesto Naciones Unidas al dictado de Estados Unidos y Reino Unido.

Este discurso de que en Iraq hay un régimen democrático y el hecho de que no se mencione la ocupación exculpa al gobierno estadounidense de toda responsabilidad sobre la destrucción de Iraq, al tiempo que considera que vivir bajo ocupación es un hecho normal que ni siquiera merece ser mencionado.

Tras las protestas en Egipto que acabaron con el presidente Hosni Mubarak, comenzaron las convocatorias de manifestaciones en distintas ciudades iraquíes. El día 25 de febrero se convirtió en “El día de la rabia iraquí” y la plaza Tahrir de Bagdad en su punto neurálgico, el lugar donde se producen concentraciones y protestas a diario.

Estas protestas han aumentado la distancia entre el pueblo iraquí y su gobierno, así como su determinación de llevar a cabo una revolución contra un régimen corrupto (tanto en el Kurdistán iraquí como en el resto del país) que pretende que las tropas estadounidenses permanezcan en el país. Poca gente esperaba en un principio que la gente saliera a la calle a manifestarse, al igual que hiciera el pueblo egipcio y el tunecino. El origen de esta impresión negativa de que en Iraq es imposible desarrollar ningún tipo de trabajo político de masas está en la falta de confianza en que los iraquíes sean capaces de crear un espacio público conjunto dada la situación actual de reparto étnico-confesional, del control de las ciudades por parte de las milicias y de los partidos confesionales y la sectarización del proceso político.
                                 
Iraq, escenario de una disputa entre potencias
Las revoluciones árabes de Egipto y Túnez han sido espontáneas y en su comienzo no hubo ninguna fuerza exterior involucrada. Al principio, por ejemplo, los egipcios se enfrentaron simplemente al régimen egipcio hasta que entró en escena una contrarrevolución liderada por Estados Unidos y Arabia Saudí. Esta situación no es la que han vivido los iraquíes. El punto de partida de los iraquíes ha sido complicado pues se hallan en el núcleo de una partida política internacional. Iraq es escenario de una disputa entre distintas potencias, pero sobre todo entre Estados Unidos, Irán y Arabia Saudí. De ahí que el levantamiento popular iraquí haya tenido que hacer frente desde el principio a los “intereses internacionales”.
Tras la gran protesta de la plaza Tahrir de Bagdad del 25 de febrero, las manifestaciones masivas se han generalizado por todas las ciudades iraquíes, incluido el Kurdistán. La razón de la importancia de las manifestaciones en el Kurdistán iraquí se debe a que los kurdos están en la misma situación que el resto de iraquíes: padecen la falta de servicios, el desempleo, el derroche, la corrupción y el nepotismo. Las manifestaciones que se han producido en las ciudades kurdas ponen al descubierto la falacia del éxito del Kurdistán. Los dos partidos kurdos gobernantes [UPK y PDK], al igual que las autoridades de Bagdad, no se preocupan de las necesidades del pueblo ni tienen reparos en utilizar la fuerza indiscriminada contra los manifestantes. El Kurdistán siempre ha vendido que es un oasis de democracia, que es el único lugar de Iraq en el que se puede vivir de una forma normal, contrariamente a lo que sucede en el resto de regiones árabes de Iraq, que siempre aparecen como si nunca fuesen a estar preparadas para la democracia. Sin embargo, las demandas de los manifestantes allí y la violencia usada contra ellos es un reflejo de la miserable situación que vive Iraq. El Kurdistán ha vuelto a formar parte de Iraq, a pesar de su diferencia étnica, porque, en general, los kurdos se enfrentan las mismas dificultades diarias que el resto de iraquíes que viven en otras zonas del país, iraquíes que viven bajo la misericordia de las milicias y los partidos".

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