¿Negociar o no negociar?

A pesar de las intensas presiones ejercidas por la Administración de Barack Obama, la OLP ha decidido mantener congeladas las negociaciones que desarrollaba con el gobierno israelí. El negociador palestino Nabil Shaaz ha señalado que las negociaciones no se romperán definitivamente hasta, al menos, que se celebren las elecciones de renovación del Congreso y Senado norteamericanos. De esta manera pretende que Obama pueda presentarse ante los electores con la ficción de que el proceso de paz se mantiene con vida.


Como advirtiera en varias ocasiones la OLP, las negociaciones directas se interrumpirían en el caso de que Israel construyese nuevos asentamientos sobre los Territorios Ocupados. Benjamin Netanyahu, que parece mantener la misma estrategia que en su primera legislatura para impedir que Jerusalén Este se convierta algún día en capital de un Estado palestino, ha suspendido la moratoria que había mantenido durante los diez meses anteriores. De esta manera se da un paso hacia delante y cinco hacia atrás.

Es difícil imaginar que los contactos entre israelíes y palestinos lleguen a buen puerto, dado que para aplaudir hacen falta dos manos y la parte israelí no tiene la menor intención de retirarse de Cisjordania y mucho menos de Jerusalén Este y de su entorno, con lo cual la creación de un Estado palestino viable no parece factible en el corto plazo, al menos mientras la comunidad internacional no se decida a presionar activamente al gobierno israelí para que cumpla, de una vez por todas, las resoluciones internacionales.

Para torpedear el proceso de paz, Netanyahu sigue una estrategia por todos conocidas. Más y más concesiones a la parte palestina. En su discurso en la Universidad de Bar Ilan el junio pasado exigió entre otras cosas:

1)   Reconocimiento de Israel como Estado judío: “Un requisito fundamental para finalizar el conflicto es el reconocimiento público, vinculante e inequívoco palestina de Israel como Estado del pueblo judío… En este país vive una gran comunidad palestina. No queremos gobernar sobre ellos, no queremos regir sus vidas, no queremos imponerles nuestra bandera ni tampoco nuestra cultura”.
2)   Renuncia al retorno de los refugiados: “Debería darse un reconocimiento explícito de que el problema de los refugiados palestinos se resolverá fuera de las fronteras de Israel”.
3)   Desmilitarización del Estado palestino y control fronterizo. Un “territorio bajo control palestino sin Ejército, sin control de su espacio aéreo y con medidas de seguridad efectivas para prevenir el contrabando de armas a su territorio… Obviamente los palestinos no tendrán capacidad para establecer pactos militares. Sin esta condición, tarde o temprano, estos territorios se convertirían en otro Hamastan”.
4)   Jerusalén como capital eterna e indivisible de Israel: “Jerusalén debe permanecer con la capital unida de Jerusalén con libertades religiosas para todos los credos”
5)   Anexión de los bloques de asentamientos y de los recursos naturales: “La cuestión territorial tendrá que ser discutida en un acuerdo definitivo. Al mismo tiempo, no tenemos la intención de edificar nuevos asentamientos o expropiar territorio adicional para los asentamientos existentes”.

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